Cómo vencer al mundo

Gran Evangelio de Juan

Resumen


Contenido

¿Cuál es el problema?

¿Cómo se generó esta cicatriz?

¿Qué son las preocupaciones mundanas y cómo repercuten en el alma?

LA SOLUCIÓN

La buena noticia es:

¿Cuál es la causa del dolor de los partos?

¿Cuál es la causa del dolor durante la muerte?

¿Qué otro consejo es útil para liberarse de la cicatriz?

¿Cómo se logra este estado de bienaventuranza?


¿Cuál es el problema?

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El alma tiene una cicatriz que es heredada de Adán quien tuvo una caída que relata Moisés después de comer la "manzana".

Esta cicatriz es mala y desfigura mucho al alma.

Dios ha hecho todo lo posible para que un alma elimine para siempre tal cicatriz. Pero ya que ésta no fue erradicada, Jesús vino a la Tierra para hacer desaparecer tal cicatriz vieja y fea.

El Señor la elimina a través de sus muchas heridas que le hicieron en Su Carne durante la Pasión y de Su Muerte.

Pero el alma tiene que tomar conciencia y hacer uso de su raciocinio para que vea y reconozca el orden de Dios; y ella misma tiene que entrar en acción de acuerdo a este Orden divino para que se consolide y se vuelva firme. En esta decisión de vida no debe olvidar ningún punto de este Orden.

Si el alma no sigue el Orden divino entonces cosechará lo siguiente:

todo tipo de ceguera (espiritual),

necedad o estupidez,

insensatez o falta de juicio,

débil capacidad de comprensión,

temor,

desánimo, desaliento,

tristeza,

miedo,

desazón, disgusto, sinsabores,

cólera, ira y, al final, incluso desesperación.

Todos estos son los "espinos y cardos" mencionados por Moisés. (Génesis 3:18)

Quien durante su vida no haya evitado comer la "manzana" descrita por Moisés, entonces él mismo se autogenera la cicatriz de la preocupación en su alma. Esto se denomina "con el sudor de tu rostro". (Génesis 3:19)

¿Cómo se generó esta cicatriz?

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Adán recibió la ley para que la siguiera voluntariamente en el uso conciente de su libre albedrío.

La ley era la mejor guía para que Adán llegara a la meta de la manera más directa y sin peligros.

Pero decidió no hacer caso, por eso él mismo fue el culpable de que su llegada a la meta fuera a través de un camino bastante largo, difícil, fatigoso y penoso y, además, necesitó mucho más tiempo.

Debido a esta desobediencia, Adán materializó su cuerpo que se volvió denso, duro, pesado y de carne frágil, enfermiza y achacosa.

La prohibición temporal de "comer la manzana" fue necesaria para que el alma de Adán se consolidara, para que se volviera firme y resistente.

Pero a través de la desobediencia se generó una ruptura de su ser que causó una herida abierta que muy difícilmente sanó porque incluso cuando ella cicatrizaba, esto dificultaba que muchos de los líquidos vitales del alma que fluyen a través de los vasos del alma pudieran circular libremente. Este impedimento es lo que produce dolor en el alma.

La cura de esta cicatriz consume mucha energía y esfuerzo al alma. Energía que el alma debería usar para el libre desarrollo del espíritu.

¿Qué son las preocupaciones mundanas y cómo repercuten en el alma?

La cicatriz es denominada "mundo".

El alma quiere vivir sin esta cicatriz porque le duele en los sentimientos que generan la preocupaciones mundanas o del mundo.

El problema es: cuanto más se esfuerce por eliminar la cicatriz, tanto más dura o severa se vuelve la cicatriz; y cuanto más dura sea la cicatriz, esta produce tanto más preocupación.

Esto puede empeorar hasta el grado que el alma llegue a identificarse con la cicatriz misma y descuide por completo a su espíritu.

En esto consiste el "pecado original" o "el pecado heredado de Adán".

LA SOLUCIÓN

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La solución al problema la describe el Señor:

1) Eliminad todas las preocupaciones innecesarias de vosotros.

Porque con cada preocupación por cosas del mundo se genera una atadura material que une el alma con la materia.

Cuanto más se unifique el alma con la materia de su carne, tanto más se atrofia, se marchita, y languidece el desarrollo del Espíritu de Dios verdadero que habita dentro de ella.

Cuanto más el alma se identifique con su cuerpo físico a través de sus preocupaciones mundanas, tanto más pierde la conciencia y el reconocimiento de la vida indestructible que mora dentro de ella.

Esto debido a que el cuerpo físico o de carne no es más que un juicio, una necesidad molesta y por tanto es la muerte misma.

2) Cuanto más se desapegue el alma de estas ataduras, tanto más libre será ella en todo.

3) Cuanto más se una el alma con el Espíritu divino que mora dentro de ella, tanto más viva e iluminada será la conciencia y el reconocimiento de la vida eterna en el alma.

4) Quien desee saber qué grande es el apego o unificación con su carne o cuán débil es la unión con su Espíritu divino, que revise si tienes aun algún miedo enorme ante la muerte de su cuerpo físico.

5) Una señal clara que el alma aun no se ha ocupado mucho por la vida eterna del espíritu en ella, es el gran amor que ella tiene por la vida en este mundo.

La culpa de esto la tiene la cicatriz que Adán se causó a sí mismo y a todas las almas que han nacido en la carne.

La buena noticia es:

Cada alma puede sanarse por completo de tal penosa cicatriz, siempre y cuando el alma lo quiera de verdad.

Dios ayudó a Adán quien en sus últimos años se sanó casi por completo. Henoc sí se sanó por completo, como también algunos otros patriarcas de la Tierra. Los descendiente de ellos empezaron a casarse con los hijos de los padres que no habían sanado su cicatriz, por eso el mal adámico permaneció fuertemente causando dolor a los hombres.

¿Cuál es la causa del dolor de los partos?

Cuando un alma natural ingresa en el vientre materno a través del semen del hombre durante la copulación se unifica tan fuertemente con la carne de la madre que el nacimiento tiene que suceder con violencia, rompiendo todo tipo de atadura que se generó a causa de la cicatriz heredada. Pero hijos como un Isaac y otros nacieron sin dolor.

¿Cuál es la causa del dolor durante la muerte?

El hombre que ha estado muy apegado a la vida terrenal y cuyas preocupaciones estaban dirigidas a lo terrenal sufre mucho durante su corta vida terrenal y se enferma corporalmente y en el alma; y tiene que lidiar con dolores insoportables en el momento de su muerte. Esto pasa en especial con los hombres que llevaron una vida agradable y cómoda.

¿Qué otro consejo es útil para liberarse de la cicatriz?

Alcanzar la convicción sanadora que todos los tesoros de la Tierra no sirven para nada al alma.

Teresa de Jesús solía decir en su poema "Nada te turbe":

¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana;

Nada tiene de estable, Todo se pasa.

Aspira a lo celeste, Que siempre dura;

Id, pues, bienes del mundo; Id, dichas vanas;

Aunque todo lo pierda, Sólo Dios basta

Vénganle desamparos, Cruces, desgracias;

Siendo Dios tu tesoro, Nada te falta.

Eleva el pensamiento, Al cielo sube,

Por nada te acongojes, Nada te turbe.

A Jesucristo sigue Con pecho grande,

Y, venga lo que venga, Nada te espante.

Dice el Señor:

Los tesoros del mundo no sirven porque todos ellos caerán en la muerte así como el cuerpo físico lo hará.

Con la convicción mencionada arriba el alma se libera lo máximo posible de la cicatriz y a cambio encuentra dentro de sí a su espíritu.

El alma se dedica con mucho esmero a cuidar verdaderamente a su espíritu.

Un alma liberada ya no tendrá que pasar o muy poco por enfermedades del cuerpo físico.

Si la vida del alma se unifica con su espíritu, entonces su carne tomará una dirección más espiritual de modo que las impresiones del lado del mundo material no causarán más malestar o dolor. El cuerpo se volverá insensible a las agresiones externas.

Para entender mejor esto último hay que saber que cada enfermedad del cuerpo se genera por lo general después de haber roto alguna atadura con el mundo.

En otras palabras, cuando el cuerpo no puede satisfacer alguna de las muchas necesidades que le ha impuesto el alma ansiosa por la vida mundana, entonces se rompe una u otra atadura que manifiesta pronto alguna enfermedad en el cuerpo. Con esto sufre dolor principalmente el alma.

Pero si el alma hace acostumbrar al cuerpo (y a sí misma) a pasara muchas privaciones o renuncias del ámbito de la muerte del mundo, entonces no quedarán muchas ataduras entre el cuerpo físico y los bienes muertos de la Tierra.

Así el cuerpo ya no tendrá mucho que romper dolorosamente.

Hacer esto elimina la posibilidad de enfermar al cuerpo.

Ya no será posible que el cuerpo le genere dolor al alma.

Un alma liberada ya no podrá ser torturada con ningún medio exterior.

Como ejemplo tenemos a los jóvenes del antiguo testamento que después de ser arrojados al horno comenzaron a cantar con toda alegría de vida y alababan a Dios. No sintieron ningún dolor cuando el fuego los quemaba porque estaban liberados de toda atadura con el mundo. Sus almas se habían unificado con el Espíritu de Dios.

Un alma liberada no siente dolor cuando abandona su cuerpo porque ya no tiene atadura material sino solo una atadura sutil y espiritual.

La muerte para tal alma es una delicia y no hace perder la conciencia, ni la luz de la visión espiritual anímica, ni la audición, ni el tacto, ni el sentido del olfato o del sabor.

¿Cómo se logra este estado de bienaventuranza?

El hombre tiene que eliminar el pecado original adámico de su carne.

¿De qué manera?

Echando fuera de sí, en forma voluntaria, todas las preocupaciones mundanas.

¡No hay otra manera, no hay otro camino! —dice el Señor.

Una vez que el alma haya eliminado todas estas preocupaciones mundanas, el Orden antiguo y divino retornará y el hombre se volverá un ser humano de acuerdo al Orden de Dios.

La carne es el pecado original. Esto significa que las diferentes preocupaciones a favor de la carne representan, espiritualmente hablando, al pecado de Adán que difícil de exterminar.

Este camino de salvación fue posibilitado a través de la pasión y muerte de Jesús.

Alabado sea el Señor por abrirnos el camino a la sanación de la horrible cicatriz que sufrimos la mayoría de hombres en la Tierra.